LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS
CON DIVERSIDAD FUNCIONAL
¿Qué es dignidad? Es aquello que nos da la potestad de
enfrentarnos con lo que entendemos que no está bien, pero va más allá de éste
simple hecho. Dignidad es valorarnos a nosotros mismos, dándonos a respetar
cuando alguien nos lastima y abusa de nuestra confianza, cuando alguien
traiciona nuestra lealtad, o cuando nos molesta la injusticia. Pero la dignidad
es también la esencia de lo que es un ser humano integro, noble, con
principios, con la moral justa, que ve las cosas con perspectiva. Cada uno de
nosotros debe evaluarse y hacer una retrospección del significado que la
dignidad tiene en su vida, para así crecer como individuos y fortalecerse en
los aspectos del respeto y la responsabilidad con nosotros mismos.
El mensaje del Santo
Padre Juan Pablo II a un simposio sobre la dignidad y los derechos de los
discapacitados en Roma define lo que es la dignidad humana:
«La
discapacidad radica en los principios fundamentales de la antropología
cristiana: la persona discapacitada, aunque se encuentre debilitada
en la mente o en sus capacidades
sensoriales e intelectivas, es un sujeto plenamente humano, con los derechos
sagrados e inalienables propios de toda criatura humana. En efecto, el ser
humano, independientemente de las condiciones en las que se desarrolla su vida
y de las capacidades que puede expresar, posee una dignidad única y un valor
singular desde el inicio de su existencia hasta el momento de la muerte natural».
Aunque eso es
todo lo contrario a lo que se vive en una residencia. Para que no parezca tan
fuerte, se disimula que todo lo que se hace es para nuestro bien. Ordenes
taxativas en la disciplina, en la salud, etcétera. La verdad, yo no estoy
preparado para que se me reprima mis sentimientos ni mis posibilidades de ser
útil en mis cosas tiene que ser lo que ellos digan aunque no te sientas
motivado y por lo tanto yo no tengo sentido común. Los expertos son los de la
junta y la directora que ejecuta lo mejor posible lo que ellos deciden que es
lo ideal para nosotros.
Los miembros
de la directiva son asiduos, como yo, a los actos religiosos de la parroquia.
Ello, se supondría que tienen claro lo que es tener una conciencia moral
cristiana, y que a igual que el Papa, están de acuerdo con el concepto de
dignidad.
Pero
su actitud cotidiana como miembros de la junta de la residencia me ha hecho ver
que el hecho de ser practicante cristiano, tener títulos universitarios o
trabajar como altruista no te hace la persona más idónea para entender al otro
como persona. Quien dice los miembros de la junta, dice también el personal a
su cargo, que están veces más discapacitados mentalmente que el residente. Sin ir
más lejos una cocinera de la residencia
le decía a una cuidadora con sumo desprecio: «eres mas tonta que los residentes». Ésta es la cruda visión que se tiene de los residentes…
por quienes los cuidan.
Hace mucho tiempo que pienso que no nos deben tratar
como inferiores. Que hay que emprender una lucha para que nos dejen de
considerar minusválidos. Pienso, además, que hay otra
causa, que no es otra que la de la dignidad,
porque no hay ningún ideal que no sea profunda y radicalmente humano. Sé, por
experiencia propia, que el hecho de padecer una discapacidad, no me hace ni
mejor ni peor a nadie.
Defiendo la dignidad de
aquellos a los que se les niega. Defiendo la dignidad de aquellos que están postrados
y menospreciados, defiendo la dignidad de aquellos a niegan el poder decidir y tener una
responsabilidad sobre sus vidas. Éste es el primer paso a la libertad. No veo
la lucha por la integración de discapacitados sino, más bien, la lucha de
personas con diferentes problemas funcionales. Así lo declaró también el Grupo de Diversidad
Funcional hace unos meses:
«Es
hora de reconocer que nadie es normal, que todos los cuerpos funcionan de
manera diferente pero que sólo algunos son discriminados por este hecho; que
lejos de ser un problema, la diversidad humana en general y la diversidad
funcional en particular son la característica más profundamente humana que nos
define como especie. Somos seres gregarios, vivimos en comunidad, colaboramos
para convertir la fragilidad intrínseca de cada ser humano en una misma
dignidad humana que nos iguala, que nos une y que nos proporciona las
herramientas sociales necesarias para convivir con libertad, paz y justicia».
Si hay dignidad habremos dado un paso decisivo. Hemos
de educar a la sociedad partiendo de nuestra dignidad, porque los que se creen
que son bien capacitados, que viven
en la más sencilla incomprensión, creyéndose seres superiores cuando en
realidad son muy brutos y primarios: se creen que saben algo de ti, pero no
saben día. De los personas con capacidad funcional sólo saben ellos. Hay una
pancarta de una manifestación que se hizo célebre, y con razón: «nada sobre nosotros, sin
nosotros».
Compañera y compañero: de ti sólo sabes tú. Hemos de enseñarles.
Jesús Córdoba García
Humillados y ofendidos,
residentes de AFAP