martes, 10 de abril de 2012

UN BONITO EJEMPLO DE VARIEDAD CULINARIA


















Para ejemplos brillantes de variedad culinaria y puridad dietética se puede ver cualquier día –en realidad, no importa el día— la pizarra de AFAP. Ahí se ve «los 13 diferentes tipos de dietas personalizadas» convertirse en cuatro, por arte de birlibirloque. 
    La variedad de la dieta –como corresponde al primer día del  mes: tampoco importa qué mes… casi todos son iguales— es preclara: para comer,  las dietas, como un solo hombre, apuestan por la «merluza» a la plancha, unos con salsa de almendra y otros salsa de nada (ya se sabe, ¡los hipocalóricos!).
    Pero los comensales de AFAP tiene dos ágapes, y por la noche, reaparece el «pescado a la plancha» que no es merluza, eso no, sino «panga». Ahí, ciertamente, hay privilegiados: los normales comen empanadillas de atún, eso sí, congeladas. Del congelado no hay manera de librarnos.
    Dos veces pescado, no es muy allá, que digamos. De hecho, este menú debe arrancar del 15 de febrero de 2011. Los residentes, indagan: ¿no se habrán dado cuenta? Hombre, claro que se han dado cuenta: cada quince días la oronda sabiduría de un residente pregunta en alta voz: «¿Es broma o qué? Aquí vuelve a hacer pescado dos veces al día…». Pero como el orondo es un maldito, el personal de cuidadoras silba y mira el techo, como si pasase por allí algún género de portento que no seria posible volver a ver… hasta que el orondo volviera a abrir la boca, claro. Los otros –los residentillos— callen y otorgan. El complemento de comido les espera en la panadería de abajo.
    La Directora Técnica del Centro sufre mucho por las dietas de los residentes, a tal punto que los guarda bajo llave para mostrarla sólo a los «expertos». ¿Qué expertos? No lo dice, ella sabrá. Pero tampoco se lo enseña a la dietista, pues duda de su expertez –o calidad fehacientemente de experta— y, así, el menú se perpetúa como está.
    El orondo residente se pregunta: «¿Tanto cuesta hacer un menú?». Pero se oye una voz por los pasillos, entre las tinieblas, que salmodia: «Lo que cuesta es pagar al que lo haga». ¡Con el vil metal dicen que nos hemos tropezado, y para entonces cada cual mira para su bolsillo, y dios en el de todos!


                                                                                            Humillados y ofendidos, residentes de AFAP

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