Donka, una carta a Chéjov (2010) de Daniele Finzi Pasca
MIRANDO EL PASADO, BUSCANDO UN FUTURO... (V)
De todas formas todo no fue
negativo. Me facilitó el contacto con asociaciones… Y conocí a ASEM. A partir
de este momento podía ser RARO, pero había más gente igual que yo, gente que
podía tener mis mismos intereses. Gente que se sentía discriminada, y que tenía
que luchar por la escuela, por las barreras…, y por la dignificación como
personas…
Y ME QUEDÉ.
Empezaba a salir al exterior, había otras fuentes de información y yo era
activo buscando y asimilando. Empezaba a dejar de ser un enfermo. Empezaba a
ver que HABÍA OTRA REALIDAD.
Yo seguía con mi
idea de salir de casa. Pero para ir a una residencia (ahora considero que eso
no es VIDA INDEPENDIENTE) tenía que estar en una situación de abandono. No era
el caso. Para comprar una vivienda no reunía los requisitos. Pisos adaptados
protegidos de carácter social no habían (siguen sin haber, o por lo menos no es
fácil localizarlos, y ya no os digo acceder a ellos). Al mercado libre… por mis
medios no podía empeñarme. Estaba condenado a permanecer en la INSTITUCIÓN FAMILIAR.
Como tantas veces en mi vida, me tragué mi dignidad.
¿Cuántas veces había dicho
—
NO. Yo no quiero la ayuda de mi familia
para nada.
¡Bendita
familia! Menos mal que estaba ahí.
Y acepte su
ayuda para comprarme una vivienda. No sin antes oírme
—
Si me quieres no te iras
—
Pero quién te va a aguantar lo que nosotros te aguantamos.
Después de mucho
buscar y de hacer cuentas, no hay que olvidarse de las adaptaciones (otro coste
añadido), localizamos un piso cerca de la vivienda de mis papás. Mi mamá seguía
teniendo los ojos llorosos (seguro que continuaba preguntándose qué es lo que
había hecho mal), pero yo ya había dejado de llorar. Quería creer en mí mismo.
Sabía que no iba a ser fácil, que tendría que seguir salvando obstáculos. Vivir
independiente no es una actitud cómoda, y sabiéndolo estaba dispuesto a asumir
riesgos. ERA MI DECISIÓN.
Pero, ¿cómo iba a vivir solo? ¿Cómo me iba a levantar?
¿Cómo me iba a duchar? ¿Cómo me iba a dar la vuelta en la cama? ¿Cómo iba a
salir de casa?... Necesitaba asistencia personal.
Volví a ir a servicios primarios del Ayuntamiento. Volví
a hablar con otra asistenta social.
—
¿Qué desea?
—
Necesito alguien que me ayude a levantarme de la cama, a ir a comprar…
— ¿Con quién vive?
— Quiero vivir sólo.
— ¿Cuáles son sus ingresos?
— Tengo una pensión de…
— ¡Uy! Usted tiene ingresos superiores a
100.000 pesetas. Lo siento, pero hay muy pocos medios y es para personas con pocos recursos.
—
Pero usted sabe que nosotros tenemos costes añadidos. No puede utilizar el
mismo baremo.
—
Bien, pero es que además ustedes tienen ayudas de la Generalitat (los PUA)”
Ya estábamos
como siempre. La Administración no quería saber nada de mi sobrecoste y además
pasándose la pelota de una Administración a otra.
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